Al tiempo que van transcurriendo los días de ayuno del mes de
Ramadán, sería bueno recordar que no se trata meramente de un mes durante el
cual se nos prescribe solamente que nos abstengamos de comer o beber durante
una serie de horas al día. Ramadán es un mes especial por varias razones; fue
el mes en el que le fueron reveladas las primeras ayats del noble Corán al
Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) en la
soledad de la cueva de Hira.

De igual manera, Allah dice que éste fue el mes en
el que el Corán -la Palabra trascendente de Allah preservada desde la eternidad
en el Lawh Mahfud (La Tabla Preservada) - fue hecho descender en su forma
terrenal como guía para toda la humanidad hasta la eternidad (Corán: 85:22).
Una serie de hitos
islámicos históricos importantes están asociados con el mes de Ramadán. En el
segundo año de la Hégira, la naciente comunidad musulmana fue puesta a prueba
en la batalla de Badr durante este mes. A pesar de la desproporción numérica de
tres a uno, los musulmanes se alzaron victoriosos. Badr puede ser considerada
como la victoria más crucial en la historia del Islam, pues una derrota hubiera
supuesto un duro golpe a la misión profética. Los primeros musulmanes fueron
puestos a prueba en diferentes batallas, saboreando tanto la derrota como la
victoria, pero gracias a su perseverancia y constancia al final triunfaron
sobre todos sus enemigos.
La victoria mayor tuvo
lugar con la liberación de Meca, conocida como Umm al-Qura (la Madre de todas
las ciudades), en el año ocho de la Hégira. Los musulmanes entraron triunfantes
en Meca, para liberarla no solo de los grilletes de los idólatras Quraishíes,
sino también para limpiar la Ka'aba de todas las idolatrías que habían
contaminado sus santos lugares durante generaciones. Meca es algo esencial
dentro del Islam; hoy en día, otras clases de ídolos contaminan sus entornos,
en la forma de monarquías, tribalismo y toda clase de nacionalismos. Hoy en día
se impone una nueva limpieza, que no podrá ser realizada sin la liberación de
los grilletes de los modernos sucesores de Abu Yahl y Abu Lahab. Esto
constituye un prerrequisito para la detención y marcha atrás del curso que ha
tomado la historia del Islam.
Los ayunos de Ramadán no
sólo implican privarse de alimento y bebida durante varias horas, sino que
también tienen como objetivo la consecución de la conciencia y la solidaridad
social. El Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) dijo que la ruptura
del ayuno de una comunidad que ayuna no es aceptada si alguien de la comunidad
pasa hambre. El Imam Hussein (Allah está complacido con él), su ilustre nieto,
dijo cuando se le preguntó por Ramadán: "Se trata de que el rico pueda
sentir los dolores del hambre y sepa apreciar lo que el pobre ha de soportar y
por tanto comparta las generosidades de Allah con ellos." Ramadán es el
mes del compartir y por tanto de la donación. También es en este mes cuando
tradicionalmente los musulmanes dan el Zakat con el objeto de limpiar la
riqueza que han acumulado en los doce meses precedentes.
Ramadán, sin embargo,
debe ser visto fundamentalmente como el mes de la solidaridad. Hoy día en el
que los musulmanes siguen luchando contra la opresión en muchas partes del
planeta -Palestina, Iraq, Chechenia, Afganistán y Cachemira- es una obligación
que pesa sobre todo musulmán el compartir su dolor y sus sufrimientos. Ramadán
debe agitarnos interiormente para que redoblemos nuestros esfuerzos en
ayudarles en sus luchas para la liberación y la existencia de una vida digna.
El Islam no es un Din
que dé a los individuos un pasaporte rápido con tan solo realizar unos cuantos
actos rituales, tales como ayunar o realizar Salats voluntarios, a pesar de la
importancia que en sí tienen estos actos. Es Islam es la elección de Allah para
la humanidad; en su sentido más básico significa una total rendición a Allah, y
una dimensión importante de esta rendición es la ayuda al necesitado o a aquel
que es víctima del sufrimiento y la persecución. La grave situación de los
musulmanes en todo el mundo debería hacer más fácil la comprensión de lo que
debemos hacer.
En este Ramadán, debemos
resistir la tentación de organizar grandes fiestas de ruptura del ayuno, y
reflexionar en vez de esto acerca de nuestras responsabilidades hacia nuestros
hermanos musulmanes, y a toda la humanidad sufriente en general. El problema no
es la escasez de recursos sino de entendimiento y de voluntad de ayudar y
compartir.
Fuente: Melilla Hoy