Mezquita de la Meca, Hajj #Ramadan2013

sábado, 18 de agosto de 2012

Islam: La Vestimenta IV - Islam: La robe IV




Vestirse en el islam  
- parte IV y final

Por Ricardo H. S. Elía

Observa Américo Castro que «...en la Argentina llaman tapado el abrigo de las mujeres, palabra que procede del “manto tapado”, mencionado por Tirso de Molina en El burlador de Sevilla (II, 101), y con el cual se cubrían aquéllas el rostro y la cabeza. 

Multitud de comedias del siglo XVII contienen situaciones en las cuales se ven andar las mujeres con la cara cubierta (Tirso, La celosa de sí misma; Calderón, El escondido y la tapada, etc.). 
Se permitió así a las cristianas seguir haciendo lo que se prohibía a las moriscas en el siglo XVI: “Pues querer que las mujeres anden descubiertas las caras, ¿qué es sino dar la ocasión a que los hombres vengan a pecar, viendo la hermosura de quien suelen aficionarse” —Luis de Mármol Carvajal, Historia de la rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada, Málaga, 1600—» (A. Castro: España en su historia. O. cit, pp. 84-85).









Véase Celia del Moral: Arabes, judías y cristianas, Ed. Universidad de Granada,Granada, 1993; Caridad Ruiz de Almodóvar: La mujer musulmana. Bibliografía I y II, 2 vols., Ed. Universidad de Granada, Granada, 1994; A. Bouhdiba y M. Ma’ruf: Les differents aspects de la culture islamique. L’individue et la société en Islam, UNESCO, París, 1994.
Los perfumes

Otra práctica que se remonta a la Sunna, o sea las tradiciones y costumbres del Profeta Muhammad es la elaboración y utilización de perfumes no alcohólicos. Una narración de Ya’far as-Sadiq dice que «vestirse bien reduce al enemigo y perfumarse el cuerpo atenúa la tensión mental y las preocupaciones».

«Los musulmanes de España, de cualquier condición social, usaban normalmente perfumes y ünguentos. Tanto hombres como mujeres sintieron predilección por las esencias a base de limón, de rosas y de violetas, y por el ámbar: ámbar gris, ámbar natural (anbar), desmenuzado o molido, y ámbar negro. 
El perfume de almizcle (misk) parece haberse impuesto en al-Andalus, como atestiguan varias poesías. Los aceites perfumados y las esencias de flores se conservaban en frascos de vidrio y cristales como hoy lo siguen haciendo los perfumistas y boticarios magrebíes. Ibn Hazm nos cuenta que las cordobesas de su tiempo pasaban largo tiempo mascando goma para perfumar su aliento» (Rachel Arié: Quelques remarques sur le costume des Musulmans d’Espagne au temps des Nasrides, tomo XII/3, Leiden, 1965, pp. 244-261). Toda la gama de perfumes y cuidados estéticos y de la salud ha quedado conservada en los tratados de alimentos, higiene y medicina de Avenzoar (1095-1161) e Ibn Wafid de Toledo (siglo XI). Véase E: García Sánchez: El Kitab al-agdiya de Avenzoar, Granada, 1983; Camilo Alvarez de Morales: “El libro de la almohada” de Ibn Wafid de Toledo (recetario médico árabe del siglo XI), Toledo, 1980.

La influencia islámica en la moda europea

Valga la pena señalar que las influencias directas en la vestimenta medieval y renacentista de los ropajes islámicos trajeron como consecuencia la versión del al-burnús o albornoz en el hábito franciscano que constituía de por sí un llamamiento a la sobriedad en una sociedad fascinada por las telas lujosas.

El filósofo y teólogo alemán San Alberto Magno (1193-1280), monje dominico, vestía con ropas musulmanas y explicaba a Aristóteles en la Universidad de París sirviéndose de los comentarios de al-Farabí, Avicena y al-Gazalí.

Numerosos príncipes cristianos adoptaron las modas musulmanas, como el polímata Lorenzo Médici el Magnífico (1449-1492) —véase Fr. Babinger: Lorenzo il Magnifico e la Corte ottomana, Archivio Storico Italiano, Roma, 1963—, el favorito de Enrique IV de Castilla (1452-1474), Miguel Lucas de Iranzo, que cabalgaba «a la jineta, con aljuba morisca de seda de muchos colores» (cfr. Memorial histórico español, tomo VIII, p. 262, Madrid, 1853), o Ludovico Sforza (1452-1508), apodado “El Moro”.

El veneciano Gentile Bellini (1429-1507), pintor oficial de la República de Venecia (1474), vivió en Estambul (1479-80) y se convirtió en el favorito del sultán Muhammad II (1432-1481), llamado en turco Mehmet Fatih —«Muhammad el Victorioso»— de quien hizo un célebre retrato. Allí Bellini adoptó para siempre la moda otomana en el vestir. Una de sus pinturas, que muestra el conocimiento directo de la vida de una ciudad islámica del siglo XV, se conserva en el Museo del Louvre (cfr- Fr. Babinger: Maometto II il Conquistatore e l’Italia, revista Storia, vol. 63, Roma, 1951; Kristovoulos: History of Mehmed the Conqueror, Princeton, 1964).
El pintor Bernardino Betto di Biagio, conocido como “Pinturicchio” (Perugia 1454-Siena, 1513), entre los años 1491 y 1494, y por encargo del pontífice de origen español Alejandro VI (Rodrigo Borja o Borgia 1431-1503), decora seis salas de los Apartamentos Borgia del Vaticano donde destacan la suntuosa vestimenta islámica de los personajes.
El famoso duque René d’Anjou (1409-1480), autor de numerosos poemas y romances, llamado «el último de los trovadores», fue el principal devoto de la moda musulmana. Tenía 21 pares de zapatos turcos en su ropero y a menudo vestía una “túnica de sarraceno”. También tenía a su servicio a un paje musulmán (cfr. Libro Guiness de los récords 1492, Jordan, 1992, p. 139) ...(ver la continuacion en archivo pdf en http://www.islamoriente.com/ )

Fuente: Fundación Cultural Oriente http://www.islamoriente.com/