¡Que Allah
nos lo haga fácil y bendiga al Mensajero (sas)!
Ramadán
Mubarak
El
mes de ramadán, en el que se hizo descender por vez primera el Qur’an como guía
para la humanidad y una prueba evidente de esa guía, y el criterio por el que
discernir lo verdadero de lo falso.
(Corán
2:185)
El
Corán enseña que lo más importante en la ‘Ibâda –en las formas islámicas de
adoración– es el dikrullâh, "el Recuerdo de Allah": wa la-dikru llâhi
ákbar, “el Recuerdo de Allah es lo más grande...”, y el ayuno de ramadán es una
‘Ibâda que dura sin interrupción un mes, y de ahí su intensidad, su fuerza, y
el por qué los musulmanes estiman tanto este mes.
Como
cada año, los musulmanes y las musulmanas del mundo nos regocijamos con la
llegada de este tiempo bendito que nos recuerda nuestra verdadera condición,
nuestro vacío y nuestra precariedad esenciales, ayudándonos a regresar así a la
Única Realidad, que nos dice: “Deja tu comida y tu bebida por Mi causa. El
ayuno es para Mí y Yo recompenso por él y la buena acción vale por diez como
ella”.
Nuestro
ayuno es un ayuno ponderado, medio, a la medida del ser humano. No es fácil ni
difícil y puede cumplirlo cualquier individuo adulto y sano que tenga intención
de complacer a Allah siguiendo Sus mandatos. Sus beneficios son inmensos, en
todos los ámbitos en los que aflora nuestra misteriosa existencia. Un beneficio
físico para nuestra salud, una medicina que, como hoy reconoce la ciencia, no
tiene igual en la restauración de la salud de nuestros cuerpos. Un beneficio
psicológico que proviene de la ruptura de hábitos y de la posibilidad de
observar el universo cotidiano con otros ojos y, finalmente, el inmenso
beneficio espiritual implícito en la experiencia de regreso a nuestra
naturaleza primordial y a nuestra condición existencial que no son sino pura
Misericordia.
El
ramadán abre nuestros ojos a lo Único Real, unos ojos que, en el mejor de los
casos, sabremos ya que no son nuestros, que son sólo Suyos, que sólo Él es el
Que ve, que sólo Él es Quien oye, que sólo Él es. Silencio interior que surge
de una sabia privación y autocontención, es una de las cualidades espirituales
del ayuno.
Oigamos
ese silencio, descubramos la sabiduría que hay en él, la inmensa Misericordia
que existe en el cumplimiento de aquello que nos es obligatorio. PidamosLe a Él
que abra a nuestros corazones a la humanidad más genuina, a la luz de Muhámmad,
a quien Allah dé Su Gracia y Paz, y nos conforte con su intimidad y cercanía, y
que el bendito ejemplo de su Sunna sea para todos nosotros una guía segura que
nos ayude a mantener una forma de vida dulce, humana y equilibrada.
En
estos tiempos convulsos, en los que las señales se solapan unas con otras y
donde es difícil encontrar las huellas de la Verdad, el ayuno nos ayuda a
discernir lo verdadero de lo falso, lo que verdaderamente importa de lo que no,
acercándonos a lo divino que mora en nuestro interior, despertándonos a la
mirada y a la vida del corazón, haciéndonos regresar casi obligadamente, sin
que podamos hacer nada para evitarlo. He aquí uno de los secretos del ramadán.
¿Quién nos obliga? ¿Somos, tal vez, nosotros?
Quienes
integramos el equipo editorial de Webislam deseamos a todos los musulmanes y
musulmanas de la Ummah un feliz y fructífero ayuno de ramadán, lleno de
bendiciones y de báraka, que sirva como pretexto para incrementar nuestras
relaciones en un clima de comunicación, ádab y concordia. ¡Ramadán Mubarak!
- Fuente: Webislam