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viernes, 10 de agosto de 2012

Al-Nakba y el derecho de los Palestinos a regresar a su tierra - Al-Nakba et le droit des Palestiniens à retourner sur leurs terres















Por Said Alami
  
El derecho del pueblo palestino  a regresar a sus tierras y a su patria, Donde ha estado  (y sigue estando) a lo largo de la Historia, a través de sus antepasados cananeos, fenicios y filisteos ( grandes pueblos de grandes civilizaciones) es un derecho reconocido mundialmente. La legalidad internacional exige el retorno del pueblo palestino a sus patria  y respalda sus derechos nacionales a través de numerosas resoluciones de la ONU.
Con toda la desfachatez de la que son capaces,  los propagandistas israelíes  niegan este derecho a los palestinos. Ellos, tan lloriqueantes en los medios de información, y genocidas consumados sobre el terreno palestino,  pueden impedirnos, gracias a su fuerza militar y la de Estados Unidos, que regresemos a nuestro país, pues no se espera otra cosa de semejante mentalidad racista, pero eso nunca significará que ellos, ocupando nuestras casas y tierras, en lo que hoy se llama Israel, tienen derecho alguno a impedir nuestro retorno.
Ellos, los israelíes, pueden impedirnos  el retorno, pero no para siempre, dado que sin nuestro regreso Israel  jamás tomará carta de naturaleza en la región y seguirá siendo un cuerpo extraño y repulsivo en Oriente Próximo.
El Estado de Israel se implantó por la fuerza bruta hace 54 años, aprovechando la debilidad árabe de entonces, y sin embargo, sigue sin haber conseguido su propia independencia dado que sigue sin poder valerse por sí mismo y sigue dependiendo todos los días de su existencia de la protección de Estados Unidos.  El que los Gobiernos de Egipto y Jordania hayan reconocido a Israel diplomáticamente no significa nada, dado que los pueblos de ambos países y de toda la región siguen rechazando cualquier normalización con los israelíes. Sin el regreso de los palestinos no habrá paz y sin la paz Israel seguirá siendo un proyecto fracasado y condenado a desaparecer, como antes desaparecieron los reinos de Israel y de Judea, que también eran cuerpos extraños, hostiles y agresores en Oriente Próximo donde los pueblos autóctonos nunca llegaron a aceptarlos.
Los propagandistas israelíes minan los pretendidos cimientos morales de la propia existencia de Israel cuando niegan el derecho de los palestinos a retornar a su patria mientras proclaman como normal y natural  el retorno a Palestina de personas de confesión judía  de Rusia, Polonia, Estados Unidos, Argentina, etc. que, según ellos, sus antepasados vivían en Palestina  hace dos milenios. Sin lugar a duda cualquier persona con dos dedos de frente  se sentiría insultado ante este repugnante y absurdo doble rasero que ni los formidables aparatos de propaganda del sionismo mundial pueden justificar ante los ojos de la Humanidad.
Nosotros, los palestinos, tenemos en nuestras filas a las  mismas personas que fueron expulsadas de Palestina, así como sus descendientes directos (hijos y nietos) que llevan medio siglo luchando por retornar a su patria  (¿queda alguien en el mundo que no haya oído hablar de la lucha del pueblo palestino?).
Los israelíes necesitan  ocultar a la opinión pública occidental, especialmente a la estadounidense, sus horrendos crímenes contra los palestinos cometidos en 1947 y 1948, (cuando forzaron el  éxodo  del pueblo palestino,  incluidos mis padres, tíos y abuelos)  y el interminable holocausto  que los palestinos vienen padeciendo desde entonces. Por lo tanto, y sin dejar de lloriquear ni un instante,  vienen contando a esa opinión pública que los palestinos (casi un millón de almas en 1948) se marcharon de sus tierras azuzados por sus dirigentes como decía hace unos días  en un artículo uno de esos propagandistas sin escrúpulos y que no hace más que repetir la misma  retahíla de falacias que lo vienen haciendo desde hace decenios todos sus compañeros de campaña, azuzados por el sionismo mundial.   
Los palestinos fueron expulsados a punta de fusil por las organizaciones terroristas judías como Stern, de Isaac Shamir, e Irgun, de Menahem Beguin,  que perpetraron espeluznantes matanzas  para aterrorizar a la población palestina en 1947 y 1948, antes de obligarla  a abandonar el país. Matanzas como la de Deir Yasin cometida bajo mando de Menahim Beguin el 9 de abril de 1948 y en la que los criminales de Irgun llegaron incluso a abrir en canal a las mujeres embarazadas.  De esta y otras matanzas perpetradas por los judíos en Palestina (la de Ain Azzaitun en abril 1948, la de Salahiddin, en el mismo mes, Iqret en diciembre 1951, Attireh, julio 1953, Abu Gosh, septiembre 1953, Kafr Qasem, octubre 1956, etc.) existen un sinfín de documentos.


Nosotros, los palestinos, cuando hablamos de nuestro holocausto a manos de los judío-sionistas siempre lo hacemos con documentos y resoluciones de la ONU en la mano, y no recurrimos ni a la mitología, ni a un ridículo “pacto con Dios con el que ellos pretenden imponer al mundo, y de hecho lo están haciendo en Estados Unidos, la  total sumisión a la voluntad de Israel y que este Estado este por encima de toda legalidad y toda lógica.
La legislación de Israel, un Estado sin constitución ni fronteras declaradas y reconocidas por el propio Estado,  permite a cualquier judío de cualquier parte del  mundo retornar y obtener de inmediato la nacionalidad  israelí. O sea, cualquier vecino de las islas Malvinas  puede convertirse al  judaísmo un martes y retornar el jueves siguiente a Israel para reclamar los derechos en Palestina de sus antepasados de la Patagonia y empezar, una vez instalado en un asentamiento judío en las afueras de Nablus,  a matar palestinos. Es exactamente así de absurdo y de injusto, sin exageración alguna, aunque sea difícil de creer. Si no, preguntarles a esos autores israelíes, apellidados  Grossman, Wiesel, etc. tan lloriqueantes a la hora de rechazar el retorno de los palestinos y defender el de los judíos, si uno sólo de sus antepasados de antes del siglo XIX ( que es cuando empieza la actual invasión judía de Palestina) haya pisado alguna vez la tierra de Palestina. Les desafío a  ellos y a todos los judíos del continente  americano y de Europa, a que presenten un sólo documento creíble que pruebe que son descendientes de los antiguos judíos de Palestina.
Los judíos de Palestina han estado siempre, y siguen estando, en Palestina o en los países de los alrededores. Judíos ha habido siempre en Palestina y son tan palestinos como nosotros. De niño conocí de cerca a los judíos palestinos del monte Jerzim, en Nablus, antes de que fuera ocupada por Israel.  Siempre han estado allí, palestinos como los demás, nadie les maltrató a lo largo de muchos siglos. Otros judíos se sienten también palestinos y enarbolan la bandera de Palestina , hecho este celosamente ocultado por los propagandistas de Israel. Es notorio el caso de la secta judía,  Neturei  Karto, que con más de 70.000 miembros, 50.000 de ellos en Palestina e Israel,  son acérrimos palestinos y tenaces oponentes a Israel al que consideran una blasfemia contra el judaísmo y una rebeldía contra Yahvé.
En cuanto a los judíos americanos y europeos, ¿quien les ha impedido retornar a Palestina a lo largo de los últimos veinte siglos?.
Que contesten a esta pregunta.  Quien les ha impedido retornar a Palestina desde que esta pasó a ser  árabe en tiempos del califa Omar Ben Al-Jattab hace 14 siglos?. Es harto sabido que los sucesivos gobiernos musulmanes, tanto en Oriente Próximo como en cualquier otra parte del mundo que estuvo bajo su dominación, incluida España que es el mejor testigo,  han brindado a los judíos un trato exquisito  permitiéndoles  alcanzar altos puestos oficiales. Y cuando los judíos europeos sufrían persecución, por ejemplo en España, huían a países musulmanes como Marruecos, Turquía, Egipto, etc. donde se convertían en unos ciudadanos más, incluso gozando de la protección del califa, rey, o sultán  de turno. Quien les impidió entonces huir a Palestina?. Nadie. Si no lo hacían era porque, sencillamente, no la consideraban su patria ni lloraban por ella.
Está claro entonces que los judíos europeos  nunca se han sentido descendientes de aquellos judíos semitas y Jerusalén era para ellos, y sigue siéndolo para millones de judíos que se siguen negando a retornar a Israel, un lugar de peregrinación y espiritualidad, de idéntico modo que para los cristianos y musulmanes de todo el mundo. Sólo en los últimos decenios les entró a ciertos judíos occidentales la fiebre retorno que es idéntica a aquella fiebre del oro que un día sacudió a los  colonos del Far West. Ahora  es cuando cientos de miles de rusos y de otros países de la Europa ex-socialista, desarrapados a causa de la caída de la Unión Soviética, han emigrado a Palestina, donde podían conseguir tierras y casas usurpadas a los palestinos . Lo mismo han hecho decenas de miles de desarrapados judíos argentinos y de otros países de América,  que emigran a Palestina con el sueño de convertirse en propietarios de algo que anteriormente haya sido quitado a los palestinos  y donde se convierten, de hecho, en señores, esclavizando a los palestinos, humillándoles y masacrándoles, siempre financiados por la fabulosa ayuda estadounidense y de cientos de organizaciones sionistas esparcidas en todos y cada uno de los países europeos y americanos, dedicadas a  brindar toda ayuda imaginable a Israel, principalmente la propagandística, que es la que garantiza que la gallina de los huevos de oro de Occidente no deje de pagar a Israel.
Sin embargo, y a pesar de años transcurridos desde la creación de Israel , los judíos que actualmente se encuentran en Israel no pasan de los 4 millones, lo que no supone ni la décima parte del censo de judíos que hay en el mundo. ¿Significa esto que el 90 por ciento de los judíos del mundo no son  piadosas ni buenos  judíos dado que ni  siquiera se interesan por su supuesto derecho a retornar. Este dato por sí sólo demuestra la falacia de un derecho que ni los mismos  judíos se creen.