Reflexión de una conversa al Islam
María Medina
Cuando digo que soy una mujer musulmana de Latinoamérica, son varias preguntas que las me toca responder, casi todas referentes a los árabe, luego de aclarar que el Islam no es una religión exclusiva del llamado mundo árabe, entran en un estado de indignación, resulta muy difícil entender porque una mujer latina decide abrazar el Islam y seguir por el camino de Dios, resulta mucho más fácil aceptar las corrupciones de occidental ante la vida modesta que te brinda el Islam.
Siempre encontraras personas que te miren con lastima y que no entiendan, creen que el hecho de llevar hiyab no nos permite desarrollarnos en la sociedad, lejos está de ser así, la verdad es: ser modestas para ser libres; debo decir que no encontré mayor libertad al descubrir mi ser y por ende cual era el camino y así poder ser yo ante cualquier circunstancia y frente a cualquier situación, de esta forma encuentro los comentarios de la gente banales y sin fundamentos.
Para mí el Islam le trajo sentido a mi vida y me dio la guía para mis acciones, nunca me sentí tan libre y segura de poder desarrollarme social y espiritualmente, encuentro en el Islam la unión de todo, no hay contradicciones en las escrituras del sagrado Corán, los que hoy en día son enemigos del Islam y pretenden hacernos creer que quienes sigue el camino del Islam son los malos es porque carecen de fundamentos y cualquier musulmán puede desmontar su discurso, ya que son en base a deseos mundanales ; porque no veamos algo no quiere decir que no existe, quieren controlar el mundo en base a lo material haciendo de todo en el mundo un producto.
De ser a producto
Para nadie es un secreto que la mujer ha sido el producto del milenio, a lo largo de la historia a la mujer la han tratado como un objeto, desde pequeño nos enseñan que el pecado existe por culta de una mujer y basados en aquella historia este sistema nos ha cercenados derechos, que en el siglo XX nos los han otorgados, es increíble pensar que todo ha sido parte de un plan, pero es cierto, hablando de derechos humanos pero no hay más inhumado que su dictadura disfrazada de liberación.
No existe otra sociedad que enaltezca a la mujer como el Islam, no existe escritura tan perfecta como el sagrado Corán, quien en todo momento, Dios nos dice las creyentes y los creyentes, cuando se refiere al ser humano, en occidente es común decir el hombre, para referirse al género humano, en el 2012 muchas organizaciones de derechos humanos y feministas han impuesto él y ellas, las y los, como propuesta innovadora y reivindicativa.
Dios en el sagrado Corán nos dice y dile a los creyentes y a las creyente, no pone al hombre como ser superior en la escala humana, es indiscutible que somos diferentes y en la sociedad tenemos roles distintos, pero ante los ojos de Dios somos iguales, es importante resaltar esto, porque tanto el hombre como la mujer son diferentes y la unión de esa diferencia es el resultado de una sociedad equilibrada, no es responsabilidad exclusiva del hombre o de la mujer mantener una sociedad sana libre de toda corrupción, sino de ambos esa responsabilidad; solo el Islam da la guía para que dicha sociedad sea perfecta...¨di a los creyentes que bajen la vista con recato y sean castos. Es más correcto. Dios está bien informado de lo que hacen. Y di a las creyentes que bajen la vista con recato, que sean casta y no muestren más adornos que los que están a simple vista...¨ (Corán, 24:30). Dios no está exhortando solo a la mujer a cuidar de su castidad sino al hombre también, esta es otra muestra de la corresponsabilidad del hombre y la mujer ante la sociedad.
Pasamos de ser un ser social a un producto, la liberación femenina ha traído consigo la desnudes, la perdida de la castidad de la mujer, la cultura occidental ha hecho de la mujer un producto que se exhibe y se vende, mientras mas denuda este la mujer más posibilidades tiene de desarrollarse en cualquier campo casi todos estos campos de desarrollo la rebaja a la escala más denigrante que pueda existir, perdiendo por completo su honor su castidad, su esencia; la televisión es el plato principal de venta femenina es común ver comerciales de cualquier tipo donde salga una mujer semidesnuda, promocionando zapatillas, celulares, libros, nada que ver con ropa íntima; cosa que no es de extrañar si en la universidad a los que estudiamos publicidad nos enseñan como base: el sexo es lo que vende; basados en esta premisa publicitaria la mujer se ha creado falsos ídolos que la desvían del camino.
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Fundación Cultural Oriente