Estos inmigrantes, desarraigados de su tierra por motivos ajenos a ellos, se sintieron muy cómodos en su nuevo destino, motivo por el cual entregaron sus talentos para el bien del país, al que aportaron generosamente sus conocimientos, habilidades y, sobre todo, su trabajo arduo y sacrificado.
Encontraron en el sur de América un ambiente más abierto y unas costumbres que se asemejaban a las propias y a su carácter de estilo mediterráneo. “El árabe toma un aire criollo -enfatiza en su informe el escritor citado- apenas desembarcado, y cuando se pone a trabajar lo hace en relación con el medio, es decir, no procurando sólo para su propio provecho sino para impulsar el adelanto de las naciones en las que viven.
Por eso son generalmente bien apreciados por los hispanoamericanos, ya que representan un factor de ayuda, no de discordia. Y es frecuente ver que los Gobiernos de dichas naciones dan toda clase de facilidades para la acción de los árabes sueltos o en colectividades, abatiendo toda traba que pueda entorpecer su instalación, su arraigo y su labor, especialmente respecto a las facilidades inmigratorias de estos antes llamados ‘turcos’ y luego con su nombre general de árabes, aunque también se designan como ‘sirio-libaneses’, pues de Siria y Líbano son el mayor número”.
El más importante testimonio argentino sobre los aportes de estos inmigrantes, siempre al decir de Gil Benumeya, lo realizó el general Perón en agosto de 1959 (sic) en un banquete que, juntamente con su esposa, ofreció a la colectividad árabe de Buenos Aires. Afirmó que él había tenido la más inmensa satisfacción, como gobernante, respecto a los árabes en su país, puesto que los había visto trabajar sin desmayo, soñando con nuestros sueños y viviendo nuestra vida con la misma intensidad y buena fe que los argentinos. Los elogió con énfasis e invitó a seguir brindando sus esfuerzos al país.
Recuerdo, para finalizar, un aporte léxico, o de palabra, realizado desde el árabe, informado en un artículo precedente.
Este pone de manifiesto la estrecha relación de la cultura árabe, especialmente ligada a los beduinos y bereberes, con la argentina y gauchesca: la palabra ‘gaucho’, una de cuyas posibilidades de procedencia es del árabe “uahshu”, que significa ‘salvaje’. Durante la conquista, en Chile identificaba al hijo de español y de una indígena.
Aparentemente tiene, además, una relación semántica (de significado) cercana con “guacho”, al menos con el tinte despreciativo con que hoy se lo usa.
Por Paco Fernández - Fuente El Tribuno - ©2012-paginasarabes®